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lunes, 31 de octubre de 2011

Rinconcitos sin luz


El sol caía sobre el cielo de miércoles de Buenos Aires, millones de personas regresaban a sus hogares y se agolpaban en las avenidas porteñas atestadas de transeúntes y automovilistas interrumpidos por las clásicas marchas y piquetes. En medio de esa marea de subjetividades y reclamos, un grupo que no superaba las 100 personas se juntó frente al obelisco para recordar a la actriz Romina Yan, a un año de su sorpresiva muerte.
Los bocinazos sonaban fuerte y las batucadas de un grupo de militantes y artesanos que alzaban su voz contra la minería a cielo abierto se entremezclaban con los desafinados cantos de los fans de la ex Chiquititas.
“Y seguimos prendiendo rinconcitos de luz en cualquier lugar del mundo” versaba la gran bandera que con letras azules y los logos de cada una de las producciones de Cris Morena, simbolizaba el apoyo de los fans a la productora de Tv, que desde hace un año decidió alejarse de la pantalla y los éxitos televisivos.
“Chicos júntense todos y canten”, pedían los periodistas que se agolpaban frente a la multitud de 50 personas. Las decenas de cámaras, flashes y luces aportaban su porción al show de la calle Corrientes y convocaban a curiosos locales. Estaban todos: C5N, CN23, TN, Telefé, Crónica TV, Canal 26, Telenueve, 360TV, A24, transmitiendo en vivo y en directo para todo el país la tristeza de los convocados por las redes sociales como facebook y twitter. También había comunicadores de radios y diarios nacionales. Estaban todos.
“Podría haber venido más gente. Seguro que llegan ahora”, insistía Pablo, quien miraba continuamente el reloj esperando que la movilización se volviera masiva. “Nadie quiere ir para allá, les da vergüenza”, comentaba Charly, uno de los organizadores del encuentro, mientras señalaba el especio al que apuntaban todas las cámaras de los medios y a donde se enfocaban las luces de los canales.
“Canten más alto que no se escucha”, gritaban los ayudantes de cámara, desesperados por hacer de la movilización una noticia que aumentara el rating. Los móviles se repetían y varias señales salían en simultáneo, casi en Cadena Nacional y, a pesar de la potencia de los micrófonos, no se escuchaba.
Los parlantes sonaban bien fuertes y el rap sonaba alto. A escasos cinco metros y en la misma vereda, los militantes de la organización “No a la mina” cantaban, bailaban y no pasaban desapercibidos.
Buscaban adherentes para lo que consideran una tragedia. La minera la Alumbrera extrae 190 mil toneladas de cobre y 23 mil de oro por año, junto con ellos se lleva 66 mil litros de agua por minuto y 680 millones de dólares. No es la única. Esas cifras monumentales asustan y se repiten en todo el país. Por eso vinieron acá. Para difundir, que se conozca lo que pasa. Y casi que lo logran.
“Canten más alto que no se escucha”, gritaban los ayudantes de cámara, desesperados para hacer de la movilización una noticia que aumentara el rating. No, esta no. La de los fans de Romina Yan. Ahí se apuntaba, ahí se veía, ahí se enfocaba.
No se escuchaba. Los militantes anti minería cantaban más alto, aunque las luces del espectáculo no los alumbrara.

El viaje

El crujir de mi panza me despertó exaltadamente. Eran cerca de las 9 y un hambre sobrenatural al que creía haberme acostumbrado interrumpió mi sueño de un momento a otro y no pude volver a dormirme.
El rostro de mamá ya hablaba por sí sólo. No fue necesario preguntarle si había para desayunar. Tomé agua para tener algo en la panza aunque a cada rato se me retorcía del dolor.
Unos minutos más tarde, mamá me dijo que Mirtha, la vecina quería que le hiciera una entrega. Mirtha parecía muy buena, su inconfundible imagen de abuela, sus arrugas en el rostro que formaban surcos infinitos, sus profundos ojos celestes y su particular carácter, te obligaban a aceptar cualquier encargo que me pedía, por más lejos que tuviera que ir a llevarlo.
Me cambié, medio mareado o dormido aún. Crucé la sucia calle y Mirtha me lo entregó. “Cuidalo mucho y no lo toques”, me dijo. Le di un beso, ella me prometió la propina en el regreso y eso me aseguraba poder comer algo después de días y calmar a mi revolucionario estómago.
Lo tomé con cuidado, era grande, plano y emitía un aroma inconfundible. Evité mirarlo para no desconcentrarme y emprendí mi viaje hasta Villa Ballester, donde debía dejarlo.
El trayecto era sencillo, me tenía que tomar el 24 hasta Angel Gallardo y de ahí el 127 que me dejaba a una cuadra de la estación de tren de Ballester.
Caminé una cuadra hasta la parada del 24 en Av. de los Patricios tomándolo con mis dos manos y sin mirarlo detenidamente. Era extraño, pero cada cinco pasos sentía una necesidad de mirar y oler, ese aroma podía hipnotizar a cualquiera, te cautivaba y me inspiraba a hacer lo impensado.
Esa cuadra se hizo interminable. Era como un tic nervioso, uno, dos , tres, cuatro, cinco pasos, me detenía miraba y olía. Nada más importaba, ese aroma particular me trasladaba, me perdía completamente. Inmediatamente después, mi conciencia volvía a mí y seguía caminando.
Una vez en la parada del 24 hacía lo imposible para no contemplarlo e intentaba detenerme en cada detalle del paisaje para no sucumbir en su encanto. Ahí descubrí que las veredas de mi barrio estaban realmente sucias, aún cuando hacía poco tiempo el portero del edificio de la esquina había baldeado. Era increíble contemplar la cantidad de tierra y basura que se acumula por el viento de otoño. En esa zona los desechos siempre se acumularon a montones, recordé más tarde.
También me había detenido en la vidriera de un kiosco y me asombré al ver la variedad de alfajores que existen. De chocolate, con azúcar, con dulce de leche, con relleno de fruta, una inmensidad de sabores que bailaban en mi paladar con sólo ver los paquetes de las golosinas. Ese era un hábito que practicaba habitualmente, cuando el hambre doblaba mi ser, me imaginaba los sabores de aquello que quería comer y mágicamente, por un rato, se me pasaba el hambre. Es increíble, pero funciona.
Cuando me quise dar cuenta estaba arriba del 24, sosteniéndolo con mis dos manos, bien firme. El colectivo estaba repleto y el conductor, al que apodé “Meteoro” nos tenía a todos los pasajeros de acá para allá. Me resultó realmente difícil poder mantenerme en pie y evitar que se cayera. Pensaba en las palabras de Mirtha y hacía lo imposible para que no se resbalara de mis manos o que un empujón hiciera que terminara en el piso. “Cuidalo mucho”, me había dicho y, la verdad, no pensé que se me iba a hacer tan difícil. “No hagas enojar a Mirtha que ya sabés lo que pasó la última vez que alguien se cruzó con ella”, me repetía siempre mamá y su frase retumbaba en mí cada vez que inspiraba ese olor hipnotizante o se me escurría de mis manos.
El calor humano, y los múltiples perfumes de quienes iban a trabajar, hacía que su olor no me desconcentrara, lo cual fue gratificante por un rato. A la velocidad en la que nos llevó Meteoro, mi tramo del recorrido en el 24 resultó mucho más rápido.
Llegué a Ángel Gallardo, y caminé las 3 cuadras hasta la parada del 127. Esta vez, no podía aguantar los cinco pasos para detenerme y contemplarlo. Era como si todo el tiempo que lo había podido evitar en el 24 tuviera que recuperarlo ahora. Caminaba dos pasos, y debía detenerme. Uno, dos, me paraba en plena vereda atestada, lo miraba e inspiraba profundamente para poder sentir ese inconfundible aroma que me extasiaba. Era como entrar en otra realidad, una dimensión paralela.
Tarde pero seguro, llegué a la parada del 127. Allí, justo allí, se encontraba una casa de repostería que vende tortas enormes, altísimas. Me paré frente a la vidriera y las contemplé una a una, el hambre una vez más había desaparecido.
Una vez arriba del colectivo, y cuando pude conseguir un asiento vacío para poder sostenerlo con fuerza y evitar que se me cayera, pretendí abrir alguna ventanilla para evitar desconcentrarme de mi camino y hacer una locura por envolverme en su olor.
Me paré, lo dejé en el asiento y con las dos manos intenté abrir la ventanilla, hice mucha fuerza, pero no podía. El dolor de estómago impedía que pudiera tener mucha energía encima. Intenté abrir dos veces y me rendí. Inmediatamente después, sentí como mi pansa se retorcía como nunca en ese día. Un puñal se hundía a la altura de mi ombligo hacia las profundidades de mi cuerpo y por más que me retorciera no se iba. Trataba de pensar en comida, de no pensar y el dolor seguía. Escuché murmullos y un ruido fuerte.
Mi cuerpo yacía en el piso y recuerdo ver a tres señoras grandes que me miraban, con sus penetrantes ojos y comentaban entre ellas.
Me había caído, y lo que debía entregar estaba desparramado por el piso mugriento del colectivo. Intenté armarlo con todas mis fuerzas pero no podía, las piezas no encajaban, se desarmaba de lo fresco que estaba. Por más que lo intentara no se unían las partes.
Un murmullo cada vez más fuerte agobiaba a mis espaldas. Estaba arrodillado en el piso y todas las demás personas me miraban. Fijamente.
A las tres señoras se les sumaba un hombre de traje que comentaba con una chica muy bien vestida. Todas las miradas posaban sobre mí y el objeto que Mirtha me había pedido entregar con cuidado.
Me estaba por dar por vencido, mis manos estaban cubiertas de esa sustancia que emitía un aroma inconfundible y hacía el esfuerzo para no abalanzarme sobre él. Ya nada importaba, todo estaba perdido ¿por qué no entonces?
Dejé de pensar por un momento. Me acordé de muchas cosas, de la cara de mi mamá esa mañana, del pan duro con mate cocido que había comido dos días atrás, de lo que Mirtha le había hecho al último chico que no había cumplido con su pedido y por lo que estuvo tres años en la cárcel. Todo me atormentaba, ¡ese olor! Se introducía en mi cuerpo y llegaba hasta mi cerebro. Mi estómago empezó a crujir con una fuerza que antes no hacía, el dolor me doblaba y mis piernas comenzaron a temblar.
Los murmullos se incrementaban y se convertían en un ruido insoportable.
Me acordé de la policía, la bolsa negra, los gritos de la vecina. Ese horror que ensució al barrio para siempre. “No hagas enojar a Mirtha que ya sabés lo que pasó la última vez que alguien se cruzó con ella”, me repetía mamá siempre y su frase retumbaba en mí cada vez que inspiraba ese olor hipnotizante.
Todo estaba perdido.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

INVESTIGACION: Un nuevo y viejo mal urbano


La enfermedad de Chagas se extiende por todo el país. Sus causas y consecuencias, la situación de la vinchuca ante el cambio climático. Su prevención, diagnóstico y tratamiento,el alerta que generó en países como Estados Unidos y Canadá.

“Sufro de baja presión y a veces me falta el aire, trabajo en una casa de familia y a veces hago fuerza. Tengo miedo.” Palabras similares a las de Nilda Montés(54) pueden escucharse a diario en cualquier hospital porteño. Ella viene del Chaco, tiene Mal de Chagas y como consecuencia de esa enfermedad parasitaria desarrolló una dilatación cardíaca que le impide desarrollar su vida cotidiana. No es la única, representa sólo un caso del 37% de chagásicos que recibe el Hospital Fernández por mes y pone de manifiesto la nueva situación de la principal endemia nacional: el mal dejó el adobe y la paja de los campos del norte para expandirse también por el cemento de las ciudades del país y del mundo.

Si bien la vinchuca-el insecto que contagia la enfermedad al picar y defecar sobre la piel humana- amplió su zona de influencia, ya no constituye el principal agente de contagio. El llamado “mal de los pobres” tiene una incidencia del 80% en las zonas urbanas y, según los especialistas, puede hallarse en todo el país como consecuencia de migraciones y traslados.

Según datos oficiales y de ONG`s, en Argentina se calcula que entre 3 y 6 millones de personas la padecen, sus síntomas se manifiestan durante los 15 días posteriores al contagio con dolores de cabeza y fiebre, luego se vuelve asintomática y recién 20 años después aparecen las complicaciones cardíacas. En esa etapa ya no es curable. Su prevalencia, dependiendo de cada región, ronda entre el 4 y 8%.La doctora Luisa Giménez, titular de la Red de Chagas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aseguró que “hoy absolutamente todo el país tiene riesgo de transmisión.”

TRASLADOS PELIGROSOS

Para la doctora María Laura Tinelli, de Médicos sin Fronteras, la causa de esta ampliación del mapa está asociada a las migraciones desde Chaco, Salta, Jujuy, La Pampa, Corrientes, Tucumán, Neuquén, Catamarca, Santiago del Estero, Santa Fe, San Luis, San Juan, Río Negro, Entre Ríos, La Rioja, Formosa, Córdoba, Misiones, Mendoza, Bolivia, Brasil y Paraguay-conocidas como zonas endémicas porque el mal está instalado desde hace mucho tiempo- hacia las grandes ciudades que favorecen el contagio a través de donaciones de sangre, trasplantes de órganos o, la más común, de madre a hijo.

“Muchos se enferman en sus provincias de origen y trasladan la infección al migrar a la capital y el conurbano en búsqueda de mejores condiciones de vida”, aseguró María Catalina Antico Penna, presidenta de ALCHA(Asociación de Lucha contra el Mal de Chagas). Para el doctor Jaime Altcheh, Jefe de Parasitología del Hospital Gutiérrez “la mayoría de los infectados viven en ciudades y los nuevos casos se generan por contagio trasplacentario, es decir, de una mama a su hijo”. Aclaró que los contagios por trasplantes y transfusiones de sangre ya fueron controlados.

Las incipientes campañas en las urbes apuntan a la detección de la enfermedad en embarazadas y niños ya que si se detecta antes de los 14 años el 98% se cura, a pesar de no contar con una fórmula pediátrica de ninguno de los dos medicamentos indicados para su tratamiento-Beznidazol y Nifurtimox. Según Altcheh en todo el país nacen 1500 bebés enfermos cada año, de los cuales 500 son diagnosticados y solo 250 reciben el tratamiento adecuado. El Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez es centro de referencia para combatir la enfermedad y recibe entre 40 y 50 infectados al año.
Como prueba piloto, en el Hospital Piñero se analizaron a 205 chicos de nueve y diez años de los cuales 2,5% resultaron positivos y ahora están en tratamiento. Desde la Red de Chagas de la ciudad planean extender este tipo de controles a todas las escuelas porteñas.

Sin embargo, el doctor Atcheh asegura que no todas las provincias cuentan con un servicio óptimo para el combate de la parasitosis ya que el buen funcionamiento del servicio de salud depende de factores económicos. “En las provincias endémicas muchas veces se hace el diagnóstico del chico y no el seguimiento, entonces avanza la enfermedad sin el tratamiento adecuado,” aseguró Marcelo Abril, de la fundación Mundo Sano. Sólo un análisis de sangre es necesario para detectar la infección.

CAMBIO AMBIENTAL

Pero la vía de transmisión vertical- de madre a hijo- no es la única causa de la expansión del Chagas: “la deforestación hace que la vinchuca se mueva hacia donde vive la gente. Hemos detectado al insecto en las afueras de la ciudad de Mendoza en una distancia equivalente de Vicente López al microcentro porteño,” confirmó Tinelli.

Sergio Sosa Estani, de la Dirección de Enfermedades Transmisibles por Vectores, aseguró que “pueden haber vinchucas en cualquier territorio del país, incluida la Capital Federal, por el traslado involuntario de un insecto en un bolso.” Pero aclaró que “no existen colonias que nacen se reproducen y mueren en Buenos Aires.” En esos casos, se analiza la posibilidad de contagio en la gente que viva en los alrededores de donde el insecto haya sido encontrado. “Cuando se confirman hallazgos se hace la intervención correspondiente que puede o no estar acompañada de acciones de fumigación con insecticidas de acuerdo a la investigación epidemiológica para ver el grado de exposición de una persona,” amplió.

Ya en el 2001 se habían encontrado vinchucas en una casa del barrio porteño de Chacarita y otras 3000 en un criadero de gallinas de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires.

Giménez alertó que el cambio climático hacia una temperatura tropical en la ciudad puede permitir el desarrollo de la enfermedad en los próximos años. También admitió que los insectos encontrados e investigados no estaban infectados con el parásito tripanisoma cruzi que causa el mal.

COMBATE Y RESISTENCIA

Para detener su avance es necesaria la acción en la zona endémica, que está dada por el insecto, que se cría en las grietas de las casas de adobe y paja y se alimenta de la sangre de quienes allí viven. El Programa Nacional de Chagas tiene vigencia desde el año 1962 de todas formas, las campañas de prevención lejos de combatir a la vinchuca, la han fortalecido ya que las fumigaciones no son constantes en el tiempo. Estudios realizados en los alrededores de la localidad Salvador Mazza(Salta), revelaron que el insecto posee una resistencia 133 veces superior a la normal. “Con la fumigación errática lograron fortalecer al vector. Por eso los insecticidas que hasta el momento se usaban ya no tienen la misma eficacia. Por cambios de gobierno, de políticas de salud y de presupuesto la acción fluctúa: en un año se trabaja en 200.000 casas y al otro en 40.000,”agregó la doctora Tinelli.

“En la Argentina se gastaron millones de pesos y hubo tareas discontinuas. Existieron períodos de mucho rociamiento con resultados exitosos. Pasado un tiempo se dejó de rociar en distintos puntos del país y a pesar del dinero que se invirtió, se volvió hacia un punto cero,” admitía a la prensa Héctor Freilij, director del programa nacional que combate la enfermedad.
“Las soluciones propuestas son conocidas, tienen que ver con el control del insecto, para lo cual es necesario una fumigación continuada en el tiempo y el espacio, para no dejar áreas sin protección. Reducir la acción al control de la vinchuca es muy poco inteligente”, sostuvo Abril. “En los ámbitos rurales es el Estado el que tiene que encabezar actividades de fumigación y control del insecto, en las viviendas de adobe y paja”, dijo la doctora Giménez.
El 3 de noviembre el ministerio de Salud de la Nación hizo entrega de 750 mil máquinas fumigadoras con capacidad para 10 litros de insecticida, en cada provincia endémica. “Las fumigaciones se llevan a cabo en el interior de las viviendas y en el peridomicilio, que incluye a corrales y gallineros, con insecticidas inocuos para las personas y los animales. Luego es necesaria una vigilancia continua y si vuelven a aparecer vinchucas, es importante que los vecinos lo denuncien a las autoridades locales,” manifestaba el doctor Estani en esa jornada.

“Es absolutamente necesaria su eliminación con la aplicación de insecticida-amplió- pero debe ir acompañada por acciones de saneamiento ambiental tendientes a disminuir los escenarios favorables para la proliferación del insecto. Se deben tener paredes y techos alisados, evitar estructuras de corrales y gallineros próximos a los dormitorios y tener no mas de dos perros o gatos en la casa. Son acciones que dependen de lo gubernamental, por un lado y de la actitud cultural que si se conjugan, pueden reducir el riesgo de contagio hasta 8 veces.”

“La fumigación debe ser constante porque un solo insecto en sus 17 meses de vida pone hasta 300 huevos que no mueren con el insecticida. Pero también hay que quemar las casas rancho y darle trabajo a al gente porque si no tienen plata para mantener la higiene no se puede hacer nada”; sentenció Penna.

DE SILENCIO Y SILENCIADOS

Es el mal de los pobres y como escribió Eduardo Galeano “mata callando, mata a los callados: a los que viven condenados al silencio y mueren condenados al olvido”. Sea en una ciudad o en un campo del norte, quienes padecen Chagas carecen de recursos económicos y de medios para pujar por sus derechos. “Como afecta a los sectores más silenciosos de la sociedad no hay un sentido de urgencia en la solución, aquí los afectados son siempre los mismos” declaró Abril. Círculo de negligencia del Chagas es el nombre que recibe la situación en la que ni los pacientes, ni los médicos, ni los Estados pujan por la investigación científica.

“Afecta a sectores sociales que no tienen valor de mercado, no es rentable para ningún laboratorio producir una droga con un precio elevado para personas que no lo puedan pagar. Los gobiernos podrían comprarla para su población, pero no lo hacen”, remarcó Tinelli. Las dos drogas asignadas para tratar al paciente crónico, el Benznidazol y el Nifurtimox, fueron desarrolladas hace más de 35 años y en investigaciones desligadas del Chagas. Ambas muy tóxicas, tienen múltiples efectos secundarios. Los medicamentos eran producidos por Bayer y Roche, este último dejó de fabricarlo y le cedió los derechos a un laboratorio nacional brasilero que producirá el Benznidazol para toda Latinoamérica y lanzará en marzo la fórmula pediátrica de 12mg que se podrá disolver en agua.

Pero como versa el dicho: “mas vale prevenir que curar” y eso parece demostrar el informe del doctor Ricardo Pesce sobre los costos económicos de tratamiento y prevención del mal. Fumigar una casa cuesta 4,4 dólares, mientras que tratar a un paciente crónico, cuando la enfermedad es asintomática, puede llegar a demandar hasta 250 por año. En fase aguda, es decir con insuficiencia cardíaca, el precio asciende a 8.000 dólares. La investigación también indica que “el 22% de los pacientes nunca accederá a los servicios de salud”.

Gimenez reveló que “no existe un apoyo económico a la investigación en Chagas” y remarcó que hay “un déficit en la enseñanza de esta enfermedad en las universidades. El desconocimiento de los profesionales sobre la enfermedad es un factor de riesgo que impacta en la salud pública porque al existir desconocimiento hay mala prevención, diagnóstico y tratamiento.” En ese sentido, un test realizado por la Sociedad Argentina de Cardiología a sus miembros demostró que un 64% contestó mal el 30% de las preguntas. “Cuando uno habla con un médico te dice que no sabe de Chagas sino de cardiopatías-prosiguió-lo que no entiende es que una cardiopatía puede ser producida por un estado agudo de la enfermedad”. Propone un trabajo multidisciplinario en el cual la universidad esté en constante participación con el Estado y diversos sectores sociales, para abordar la problemática desde todos los puntos de vista.

NO TODO ESTÁ PERDIDO

Combatir al mal es difícil, pero no imposible. En Añatuya, Santiago del Estero, gracias a la acción conjunta de la municipalidad, Cáritas, el CONICET y la fundación Mundo Sano se redujeron del 45 al 8% los casos positivos. “Hemos llegado a una desinfección total de la ciudad”, aseguró el doctor Hugo Mujica, de esa localidad. La acción conjugó educación a los niños en las escuelas, análisis para detectar a los infectados y proveerles tratamiento, limpieza de casas y fumigación. En tanto en la Capital, la organización de los médicos de los distintos hospitales porteños en la Red Argentina de Chagas provee a los enfermos de análisis gratuitos, medicación y marcapasos.

¿Es también una Pandemia?

Pero la situación de expansión del Mal de Chagas no es exclusiva de la Argentina, en los últimos años se han detectado altos índices de prevalencia de la enfermedad en los países del primer mundo. Las migraciones desde los 22 Estados latinoamericanos donde es endémica serían la causa.
De esta forma, se estima la existencia de 300.000 pacientes enfermos en Estados Unidos, 80.000 en Europa y el Pacífico occidental, 5.500 en Canadá, 3.000 en Japón y 1.500 en Australia. Su propagación se habría efectuado ante la falta de controles en trasplantes y transfusiones de sangre infectada.
“Es necesario mejorar la información y los sistemas de vigilancia a nivel nacional y supranacional, implementar cuidados médicos para los pacientes con enfermedad de Chagas en países no endémicos, interrumpir la transmisión por la vinchuca, implementar controles adicionales en los bancos de sangre y en los trasplantes de órganos, e incluir un diagnóstico diferencial dentro de la medicina del viajero”, concluyeron José Rodrigues Coura y Pedro Albajar Viñas en un artículo publicado por la revista Nature.
En Australia se generó una asociación similar a la argentina ALCHA (Asociación de Lucha contra el Mal de Chagas) por la elevada cantidad de migrantes chagásicos de países latinos. Las autoridades están tomando cartas en el asunto para evitar más contagios. Mientras, la Organización Mundial de la Salud no ha establecido a la enfermedad como pandémica a pesar de estar presente en cuatro continentes.


“Se podrá encontrar una cura”


El biólogo e investigador del CONICET Claudio Pereira aseguró que “se podrá acceder a un nuevo medicamento durante la próxima década, si se tienen en cuenta las múltiples investigaciones que se desarrollan actualmente en el país.”
Trabaja desde hace 17 años con el tripanosoma cruzi, el parásito que causa el Mal de Chagas. “Intentamos encontrar aquellos puntos de su metabolismo que no poseen los humanos, así podremos generar una medicina que ataque esos aspectos y no le genere contraindicaciones al paciente que la consume”, indicó.
Pereira y su equipo de cinco personas investigan las formas en que el parásito consume los nutrientes del hombre infectado y la producción de energía que usa para su movimiento. Destacó que los fondos internacionales para la enfermedad han disminuido notablemente pero que a nivel nacional se ha avanzado en el conocimiento de las cusas del mal.
En otro sentido, la ANMAT está investigando una novedosa pintura con insecticida que al aplicarla sobre las paredes y techos de las viviendas impide la reproducción de las vinchucas. Fue descubierta de casualidad por la licenciada en química española Pilar Mateo y sería más barata que fumigar cada tres o cuatro meses. Es una incógnita el modo de aplicación en las casas rancho, donde las paredes son de adobe y paja y no están revocadas.